Así habló Zaratustra de Nietzsche es recordado por desarrollar mediante alegorías conceptos centrales del pensamiento de este filósofo como “la muerte de Dios“, “el eterno retorno” o “el superhombre“, nociones que causaron un notable revuelo en el mundo intelectual de la época.
Strauss, admirador de la obra de Nietzsche, articula el poema sinfónico en torno al motivo del “superhombre”, construido a partir de tres notas (Do-Sol-Do), y cuyo anuncio se produce en el nº1 (Prólogo) de la obra, en un conocido pasaje de un efectismo solo comparable a su simplicidad.
“Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama superhombre.”
(Prólogo de Zaratustra, 4)
Richard Strauss – Así habló Zaratustra op.30 – nº1 Introducción [1896]. John Williams – Superman (Versión de concierto) [1978]. El motivo del superhombre (compuesto por las notas Do-Sol-Do en sentido ascendente) fue utilizado por Stanley Kubrick en su film 2001, Una odisea del espacio [1968] como símbolo del nacimiento de la naturaleza humana. Este motivo inspira el motivo principal de otro super-hombre, Superman, en la partitura escrita por John Williams para el film de 1978.
2. Las tres transformaciones
Lejos de pretender traducir a sonidos la vastedad de la obra del filósofo, Strauss opta por construir a partir de algunos episodios aislados un recorrido espiritual que, sin ser completamente ajeno a la obra del filósofo, le otorga una dimensión lineal que simplifica enormemente su sentido original. Este recorrido se basa en la célebre imagen expuesta por Zaratustra en el primero de sus discursos:
“Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.”
(De las tres transformaciones)
El primer estadio del hombre es aquél en el cual éste “se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien”, se humilla “para hacer daño a la propia soberbia” y hace “brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría” (De las tres transformaciones).
Nietzsche identifica este estadio con el espíritu religioso, y Strauss subraya esta identificación mediante tres breves citas del “Credo” (en los nº2 y nº3) y el “Magnificat” (en el nº3) gregorianos.
El león es el estadio del hombre en el cual éste “quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto” (De las tres transformaciones). Nietzsche identifica este estadio (al menos, en parte) con el espíritu fáustico, recreado en el nº4 (De las alegrías y las pasiones) mediante una apasionada melodía de tintes lisztianos.
Finalmente, el niño es el estadio en el cual el hombre recupera su inocencia e inicia “un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí” (De las tres transformaciones), y que es recreado por Strauss mediante el dionisíaco movimiento de danza que ocupa la primera mitad del nº8 – La canción de baile.
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