viernes, 19 de marzo de 2021

EL HUEVO COSMICO Y EL MITO HUMANO

El amor no se busca en los estándares de la belleza, en la idealización de la persona perfecta que nunca se equivoca, o en quien tiene exactamente las mismas pretensiones. El amor no se puede "buscar" porque no se oculta de nadie.
Es una frecuencia que en el menor movimiento interno se agita en ondas energéticas que vibran en el Universo.
No somos personas que buscan Amor, somos Almas que palpitan en esta energía y atraen y repelen de acuerdo a nuestras necesidades y elecciones. El amor es esa frecuencia, tan cercana y tan simple, que mirando hacia afuera no lo vemos.
Quien encuentra AMOR es porque no lo buscó, sino que lo sintió ... y el sentimiento atrajo a sus semejantes hacia Él.
Cuando entendemos que la clave de la experiencia del Amor no está en quienes somos, en la apariencia que tenemos o en la imagen que construimos, sino en la capacidad de manifestar, ante todo esto en nosotros, abandonamos las ilusiones y necesidades del ego y saciamos nuestra sed en esta fuente inagotable.
No se trata de estar con alguien. Porque esto es de alguna manera inevitable, si esas son las pretensiones. Se trata de estar bien contigo mismo, se trata de no proyectar nuestras necesidades en los demás, se trata de liberarte de los patrones sociales, los traumas del pasado y aceptarte de una manera tan profunda y hermosa que nos damos cuenta de que AMARSE y vibrar en esa frecuencia, es absurdo.
Porque este estado es la CURACIÓN de nuestras heridas, es el tesoro que tanto estábamos buscando.
No busques Amor, VIBRA en AMOR ... y todo lo demás tendrá sentido......


El ouroboros es el huevo filosófico, la “serpens mercurialis” de los latinos: “Es padre, madre, hijo e hija, hermano y hermana desde los primeros tiempos de la alquimia, de ahí que sea calificado como hermafrodita. Para los alquimistas, el huevo filosófico era la materia primigenia, esencial para acometer la Gran Obra. Símbolo fundamental de las culturas precolombinas, el circulo con un punto central, aparece a menudo en glifos, representaciones de dioses y muchos otros elementos visuales de dichas culturas. Lo llaman “grandes aretes”, y a veces “símbolo del jade”. Al Centro, como “principio” o “nacimiento”, se refieren numerosas figuras. Este círculo está hecho alrededor de un centro, en correspondencia con los así llamados “puntos de desarrollo de la conciencia”, los chakras en la cultura hindú, situados en varias partes del cuerpo, como por ejemplo en la frente, entre los ojos (evidenciado en esculturas mayas).

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